250 g de harina
125 g de mantequilla
40 g de azúcar blanca
100 ml de agua fría
2 manzanas
4 cucharadas de azúcar mascabado
1 cucharada de canela molida
Mezclamos en un bol la harina, la mantequilla y el azúcar, hasta obtener una mezcla arenosa. Hay que evitar trabajar en exceso esta mezcla, lo justo para que la mantequilla quede perfectamente integrada con la harina y el azúcar. Añadimos poco a poco el agua, que tiene que estar muy fría, a los ingredientes secos y mezclamos hasta obtener una bola lisa y homogénea. Al igual que en el paso anterior hay que evitar amasar mucho.
Guardamos la bola de masa con papel film en la nevera, debe reposar 2 horas.
Transcurrido ese tiempo, estiramos nuestra masa con un rodillo sobre una superficie limpia y enharinada, hasta darle un grosor de unos 4mm (yo me ayudo de un papel de horno que pongo debajo de la masa para poder pasarla después más fácilmente al molde). Precalentamos el horno a 180º y engrasamos el molde que vamos a emplear. Colocamos la masa quebrada sobre nuestro molde, asentándola bien y dándole la forma del mismo, retirando lo que sobre. Es conveniente dejar enfriar 30 minutos en la nevera.
Mientras, pelamos y cortamos las manzanas en gajos finos y los rociamos con jugo de limón para que conserven el color.
Mezclamos el azúcar morena con la canela molida.
Asamos en horno precalentado a 180°C por 25 o 30 minutos, hasta que se vea doradita por encima y las manzanas estén cocidas.