sábado, 11 de octubre de 2014

MINGUÍ

El género cucúrbita de la familia de las cucurbitáceas comprende unas veinte especies aceptadas, de las más de ciento veinte descritas, conocidas como calabazas, auyamas, zapallos, calabacines.
La auyama (cucúrbita máxima) también conocida como zapallo o calabaza es una planta herbácea silvestre, originaria de América,  cultivada para aprovechar sus frutos, hojas, flores y semillas. Los registros más antiguos  fueron hallados en Perú y datan de más de 6.000 a.C. A finales del siglo XVI fue introducida en Europa. Hoy se cultiva extensamente en regiones templadas y subtropicales de todo el mundo.
En Colombia es aprovechada para una gran variedad platos tanto de dulce como de sal. De pequeña, en casa, mi mamá nos preparaba para el “desengraso” (después de las comidas) una especie de postre con   auyama  y plátano maduro al que llamaba minguí. Era un puré, bastante denso, que resultaba de cocinar el plátano maduro y la auyama con canela  para luego machacarlos con el molinillo y agregar azúcar y leche de coco hasta obtener la consistencia deseada. A la hora de servirlo le echaba por encima a cada porción una cucharada de crema espesa de coco como toque final.
He estado investigando en la web sobre el origen de este postre y lo único que he encontrado es la inmortalización que el maestro Pablo  Flórez Camargo le hizo en su composición  LOS SABORES DEL PORRO cuando dice: “mi porro sabe a bollo poloco esmigao en celele y a minguí con coco”
En el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española  no existe la palabra minguí, lo que me lleva a pensar que tanto la palabra como el postre es el aporte de una de las otras culturas que se fundieron en el proceso de colonización aquí en nuestro Caribe. El maestro Pablo Flórez nació en Ciénaga de Oro, Córdoba. Bolívar y Córdoba hasta hace poco más de cincuenta años eran un solo departamento por lo que las costumbres culinarias son bastante parecidas y tuvieron un mismo origen.
Para preparar el minguí se necesita:
1 auyama (calabaza)
1 coco
2-3 plátanos maduros
Azúcar al gusto
1 pizca de sal
1 raja de canela

Se pelan y cortan en trozos tanto el plátano  como la  auyama y se ponen a cocinar en poca agua con una raja de canela y  una pizca de sal. 










Cuando estén tiernos y el agua casi  toda vaporada se retira del fuego y se deja reposar. Luego se saca la canela y se machacan con el molinillo. 







Se agrega la  leche de coco poco a poco hasta obtener la consistencia deseada. Se prueba y si es necesario se agrega azúcar. 











Adornar cada porción con una cucharada de crema espesa de coco.