Con un poco de retraso, porque esta entrada la tenía pensada para la Semana Santa, hoy les quiero hablar de unos postres elaborados con pulpa de frutas, agua y azúcar a los que denominamos “dulces”. Cuando de dulce se trata, indiscutiblemente la región de Colombia con mayor tradición y gama de preparaciones es la costa Caribe. Naturalmente estamos hablando de departamentos como Cesar, Magdalena, Bolívar, Atlántico, sucre, Córdoba y la parte norte de Antioquia. Esta zona de Colombia cuenta con la presencia de frutos tan especiales como el coco, mamey, icaco, tamarindo, mamoncillo, ciruela y muchos otros de difícil consecución en el resto del país.
Así que sólo
hay que escoger la fruta preferida y siguiendo un procedimiento similar,
tendremos dulce de mamey, de coco, de guayaba, etc. Generalmente las
proporciones son el doble de pulpa que de azúcar. Claro que esto siempre no es
exacto porque va a depender del gusto del cocinero y de la acidez de la fruta.
A más ácido más azúcar. Semana Santa es buena época para lucirse haciendo toda suerte de dulces, que según la
tradición se comparten con los familiares, amigos y vecinos.
La receta que voy a
compartir es la del dulce de mamey. Botánicamente, el mamey se identifica
como “mammea americana l.” de la familia clusiaceae. Es un árbol perennifolio
que se cultiva a través de la región tropical debido a su fruta de gran sabor,
la cual tiene una pulpa carnosa, firme y de color anaranjado, cubierta por una
cáscara correosa de color pardo. Su sabor ha sido comparado al del albaricoque.
Se come fresca o en conserva. El dulce de mamey
es típico de algunos países de la América tropical, como Venezuela, Colombia y
Cuba.
Ingredientes:
3 mameyes pelados y cortados en tiras
La mitad de su peso en azúcar
Canela y clavitos de olor
Los mameyes se pelan quitándoles completamente la membrana que cubre la pulpa porque, al igual que en las naranjas, esta parte es muy amarga.
Se cortan tiras delgadas y se llevan a cocinar un rato, en poca agua, para que la pulpa se ablande.
Se agrega el azúcar y las especies revolviendo frecuentemente para que no se peque al fondo hasta que tenga punto. Se puede comer solo, con galletas o utilizarse como relleno de platos más elaborados.