sábado, 12 de abril de 2014

CREME BRULÉE


La “crème brûlée” o leche quemada es una crema deliciosamente delicada y fina que se elabora a partir de la crema inglesa. El toque final lo aporta la capa de azúcar quemada que le otorga una textura crocante inigualable. Un detalle importante para que la crème brûlée salga bien, es cocinarla a temperatura baja – 100ºC – ya que el exceso de calor malogra la crema. Se le puede dar otros sabores como chocolate, cítricos o pistachos.
Se considera que la primera mención de la crème brûlèe aparece en Francia, en el libro de cocina “Nouveau cuisinier royal et bourgeois” de François Massialot, publicado en 1691. Este cocinero de Felipe I de Orleans, precisa en su recetario que “es necesario echar bastante azúcar encima, aparte de la que se echó dentro: se coge la paleta de fuego, al rojo vivo, y se quema con ella la crema a fin de que coja un hermoso color oro.
Parece, sin embargo, que Massialot retomó y perfeccionó dos recetas descritas por François Pierre de la Varenne, 40 años antes en “El cocinero francés”, publicado en 1651. El quemado de la superficie de un plato con hierro al rojo vivo para darle color aparece en otras recetas del mismo libro, por lo que esta costumbre no se limitaba a las cremas.
Ingredientes:
7 yemas
7 cucharadas de azúcar
1 taza de leche
2 tazas de crema de leche (nata)
½ cucharadita de extracto de vainilla
Azúcar para quemar

Poner en un bol las yemas, el azúcar y la vainilla. Mezclar sin llegar a batir, sólo lo suficiente como para unir las yemas y el azúcar. Aparte llevar a calentar la leche y la crema de leche hasta que rompa el hervor. Apenas hierva se apaga el fuego y se vuelca lentamente sobre las yemas, siempre revolviendo, para evitar que el calor las cocine. Una vez terminada esta operación se notará que en la superficie se ha formado espuma. Retirarla cuidadosamente con una cuchara, del centro hacia la orilla, para que la presentación final quede bien. Repartir en potes chicos y cocinar en horno a 100ºC, al baño maría. El agua del baño maría debe estar caliente pero no debe hervir en ningún momento. Si esto ocurriese agregue un chorro de agua natural. Si bien el tiempo de cocción es relativo (ya que depende de cada horno) se puede decir que lleva entre 30 -40 minutos la cocción de la crème brûlée.


Se conoce el punto de cocción cuando los bordes están firmes y el centro algo blando o húmedo.Se retiran los recipientes del horno y se dejan refrescar a temperatura ambiente. Luego se espolvorea con una fina capa de azúcar la superficie y con ayuda de una plancheta bien caliente o con un soplete se va quemando el azúcar hasta que tome color caramelo. Si desea  puede cubrir nuevamente con azúcar y pasar la planchita para quemar otra vez. Esto la deja más crocante. Se puede servir enseguida o refrigerarla. Por lo general se sirve fría ya que la frescura de la crema contrasta con lo crocante del caramelo.









lunes, 24 de marzo de 2014

CONSERVITAS DE PLÁTANO MADURO


En una entrada  anterior les hablé de la influencia de culturas foráneas en la gastronomía Caribe, especialmente la de Cartagena de Indias, por ser puerto importante desde los tiempos de la colonia. Un aporte sustancial fue el de las cocineras africanas que introdujeron el uso del plátano maduro tanto  en platos de dulce como  de sal.
Las conservitas de plátano maduro hacen parte de esta herencia de nuestros ancestros africanos. La mayor cualidad de este postre es la simpleza de sus ingredientes y la facilidad de elaboración.Las conservas se caracterizan por utilizar el azúcar como preservativo, por lo tanto esta receta no necesita químicos en su elaboración.
Ingredientes:
8 plátanos maduros
1 kilo de azúcar




Los plátanos se pelan, se muelen y se pesan para establecer la cantidad exacta de azúcar que necesitan. Los 8 plátanos pesan alrededor de 1.5 kilos, entonces, le agregamos 750 g de azúcar, o sea, la mitad del peso del plátano en azúcar. El resto del kilo lo guardamos para espolvorear las conservitas. 




Cuando los plátanos están pelados y molidos los echamos en  una paila junto con el azúcar y lo llevamos al fogón con fuego moderado. Se debe revolver con frecuencia para evitar que la mezcla  se pegue en el fondo y se queme. 
Sabemos que las conservitas están listas cuando al revolver la mezcla se desprende totalmente del fondo y ya ha adquirido su característico color oscuro.






Entonces, se vacía la mezcla en una superficie limpia y seca y se extiende antes que enfríe. 







Una vez fría, se cortan las panelitas y se espolvorean con azúcar para que no se peguen unas con otras.

sábado, 15 de marzo de 2014

SOUFFLÉ DE FRESAS O FRAMBUESAS


                      
La palabra soufflé (suflé) proviene del participio pasado del verbo francés souffler que significa soplar o inflar.  El soufflé es un plato ligero elaborado al horno con  claras de huevo batidas a punto de nieve y combinadas con una base que le proporciona sabor y textura.  Puede ser de dulce o de sal, por lo tanto se puede servir como entrada, como postre y acompañado de una ensalada constituye un plato principal a la hora de la cena.
Cuando sale del horno, el soufflé es grande e hinchado, y suele bajar tras 20 o 30 minutos. Este puede ser hecho en recipientes de todos los tamaños, pero es tradicional hacerlo en una especie de “copa de soufflé” denominada ramekín.
Es difícil encontrar registros sobre quién lo creó o cuándo. Aparece en los menús y recetas gastronómicas a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, sobre todo en los banquetes de la “belle èpoque”.
Se puede hacer soufflé de legumbres, de queso, pollo, atún, frutas, etc. La receta que voy a compartir hoy con ustedes es dulce y he escogido las fresas para la elaboración de este delicioso manjar. Originalmente esta receta era con frambuesas, pero como en mi tierra son de difícil consecución opté  por las fresas y el cambio resultó bueno.
Ingredientes:
175 g de fresas
225 ml de leche
4 huevos medianos
90 g de azúcar
3 cucharadas de harina
½ cucharadita de vainilla



Calentar el horno a 190ºC. Engrasar y espolvorear con azúcar los moldes. Abrir los huevos y separar las claras de las yemas. Apartar 3 cucharadas de leche y llevar el resto a hervir. 









En un bol resistente al calor mezclar  tres cucharadas de leche con las yemas, tres cucharadas de azúcar, vainilla y la harina hasta conseguir una pasta. Añadir la leche caliente y batir. 












Devolver la mezcla a la olla y llevar al fogón hasta que espese. Luego apartar del fuego y reservar.












Licuar 100 g de fresas, sin agua y luego colar para hacer un coulis. Picar el resto y reservar. 











Batir las claras a punto de nieve y añadir el resto del azúcar para hacer un merengue espeso y suave. 













Incorporar una cuarta parte del merengue  y el coulis de fresas a la mezcla de las yemas, luego agregar el resto del merengue y los trocitos de fresas, con movimientos envolventes, hasta que la mezcla esté uniforme. Poner la mezcla en los moldes. 






Hornear durante 25 minutos aproximadamente o hasta que hayan crecido y tengan un bonito color dorado. 













Servir con helado de vainilla o nata.