En una entrada anterior les compartí la “crème brûlée” o leche quemada, que es una crema deliciosamente delicada y fina que se elabora a partir de la crema inglesa. El toque final lo aporta la capa de azúcar quemada que le otorga una textura crocante inigualable. Un detalle importante para que la crème brûlée salga bien, es cocinarla a temperatura baja – 100ºC – ya que el exceso de calor malogra la crema. Se le puede dar otros sabores como chocolate, cítricos o pistachos.
Hoy vamos a hacer una creme brulee con leche condensada, o sea, vamos a reemplaza el azúcar y parte de la leche por la leche condensada. Además, usaremos ralladura de naranja en vez de vainilla.
Ingredientes:
5 yemas
100 ml de leche
150 ml de leche condensada
300 ml de crema de leche (nata)
Ralladura de naranja
Azúcar para quemar
En una olla colocar la crema de leche y la leche. Llevar a fuego moderado hasta que rompa hervor.
Agregar a las yemas, en forma de hilo, revolviendo constantemente. Colar para retirar cualquier grumo.
Repartir en potes chicos y cocinar en horno a 100ºC, al baño maría. El agua del baño maría debe estar caliente pero no debe hervir en ningún momento. Si esto ocurriese agregue un chorro de agua natural.
Si bien el tiempo de cocción es relativo (ya que depende de cada horno) se puede decir que lleva entre 40 - 60 minutos la cocción de la crème brûlée. Se conoce el punto de cocción cuando los bordes están firmes y el centro algo blando o húmedo.
Se retiran los recipientes del horno y se dejan refrescar a temperatura ambiente. Luego se espolvorea con una fina capa de azúcar la superficie y con ayuda de un soplete se va quemando el azúcar hasta que tome color caramelo. Si desea puede cubrir nuevamente con azúcar y pasar el soplete para quemar otra vez. Esto la deja más crocante. Se puede servir enseguida o refrigerarla. Por lo general se sirve fría ya que la frescura de la crema contrasta con lo crocante del caramelo.
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