El género cucúrbita
de la familia de las cucurbitáceas comprende unas veinte especies aceptadas, de
las más de ciento veinte descritas,
conocidas como calabazas, auyamas, zapallos, calabacines.
La auyama (cucúrbita máxima) también conocida como zapallo o calabaza es
una planta herbácea silvestre, originaria de América, cultivada para aprovechar sus frutos, hojas,
flores y semillas. Los registros más antiguos
fueron hallados en Perú y datan de más de 6.000 a.C. A finales del siglo
XVI fue introducida en Europa. Hoy se cultiva extensamente en regiones
templadas y subtropicales de todo el mundo.
En Colombia es aprovechada para una gran variedad platos tanto de dulce
como de sal. De pequeña, en casa, mi mamá nos preparaba para el “desengraso”
(después de las comidas) una especie de postre con auyama
y plátano maduro al que llamaba minguí. Era un puré, bastante denso, que
resultaba de cocinar el plátano maduro y la auyama con canela para luego machacarlos con el molinillo y
agregar azúcar y leche de coco hasta obtener la consistencia deseada. A la hora
de servirlo le echaba por encima a cada porción una cucharada de crema espesa
de coco como toque final.
He estado investigando en la web sobre el origen de este postre y lo único
que he encontrado es la inmortalización que el maestro Pablo Flórez Camargo le hizo en su composición LOS SABORES DEL PORRO cuando dice: “mi porro
sabe a bollo poloco esmigao en celele y a minguí con coco”
En el diccionario de la Real
Academia de la Lengua Española no existe
la palabra minguí, lo que me lleva a pensar que tanto la palabra como el postre
es el aporte de una de las otras culturas que se fundieron en el proceso de
colonización aquí en nuestro Caribe. El maestro Pablo Flórez nació en Ciénaga
de Oro, Córdoba. Bolívar y Córdoba hasta hace poco más de cincuenta años eran
un solo departamento por lo que las costumbres culinarias son bastante
parecidas y tuvieron un mismo origen.
Para preparar el minguí se
necesita:
1 auyama (calabaza)
1 coco
2-3 plátanos maduros
Azúcar al gusto
1 pizca de sal
1 raja de canela
Se pelan y cortan en trozos tanto
el plátano como la auyama y se ponen a cocinar en poca agua con
una raja de canela y una pizca de sal.
Cuando
estén tiernos y el agua casi toda
vaporada se retira del fuego y se deja reposar. Luego se saca la canela y se
machacan con el molinillo.
Se agrega la
leche de coco poco a poco hasta obtener la consistencia deseada. Se
prueba y si es necesario se agrega azúcar.
Adornar cada porción con una
cucharada de crema espesa de coco.